Por cada dólar que se invierte en la infancia, se recuperan diez, dicen estudios.
Desde hace aproximadamente un año, el Comité de los Derechos de los Niños, de la ONU, viene trabajando con los estados para que adopten su Observación No. 19, que tiene como fin garantizar la inversión presupuestal necesaria para el cumplimiento de los mandatos de la Convención sobre los derechos de esta población, creada hace 27 años y ratificada, hasta la fecha, por más de 190 países.
Esta semana el turno para la socialización de la Observación General sobre Presupuestos Públicos para la Realización de los Derechos del Niño, nombre oficial del documento, le tocó a Colombia. El responsable fue el español Jorge Cardona, miembro del Comité, quien, por invitación de la ONG internacional Save The Children, se reunió, en Bogotá, con diferentes actores estatales y de la sociedad civil para hacer pedagogía en el tema.
De acuerdo con Cardona, una de las medidas que el país debe adoptar es la de aumentar la inversión; según él, el dinero que Colombia debe destinar para el cumplimiento de los Derechos de los niños, es de, por lo menos, 89 billones de pesos de aquí al 2020, cifra equivalente al 10 por ciento del Producto Interno Bruto nacional. “Esta -dice- es una obligación que Colombia no puede evadir”.
¿Qué propuestas concretas trae el comité?, ¿de donde debe salir el dinero para garantizar los derechos de los niños?
Muchas veces no se trata de invertir más, aunque en ocasiones hay que hacerlo, sino de invertir mejor. Nosotros no les estamos inventando ninguna obligación nueva a los estados, sino que nos basamos en las que ya tienen, porque son las que han asumido en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Lo que hacemos es explicarles a los estados cómo deben respetar esas obligaciones en todo el ciclo presupuestal, tanto cuando diseñan el presupuesto como cuando lo aprueban, ejecutan y supervisan, siempre teniendo presentes las nociones básicas de la convención: la no discriminación, el interés superior del niño a la vida y su supervivencia, y el de participación; esto hay que hacerlo siguiendo los principios presupuestarios de eficacia en el gasto, eficiencia, equidad, transparencia y sostenibilidad.
Ustedes proponen invertir el 10 por ciento del PIB en la infancia y, aunque deseable, esa parece una meta utópica…
Esa cifra no es utópica. De hecho, es la media de américa latina. Mientras hay países que invierten el 10 por ciento, otros el 14 y otros el 6. Estados como Chile están solamente en el 7.5. En este sentido hay que pedirle a Colombia que, por lo menos, se ubique en la media de la región. Lo que también hay que ver es cómo hacemos que ese dinero sea eficiente, porque cuando hablamos de gastos en infancia estamos hablando de educación, salud, del sistema social de protección, de la lucha contra la violencia, del derecho a la participación. No hay ni un solo derecho que sea gratis, todos los derechos necesitan inversión. De todos los estudios económicos que se han lanzado, el más malo nos dice que por cada dólar que el Estado invierte en infancia, recupera 5. Mejores estudios indican que por cada dólar se recuperan diez. No me extrañaría que la población de niños de 0 a 6 años fuera el 30 por ciento de la población colombiana, por lo que invertir el 10 por ciento del PIB en ellos no me parece mucho.
¿Colombia debería replicar el modelo de inversión en infancia de algún país?
Lo que el país tiene que hacer, y esa es la primera recomendación, es una radiografía de la situación de su infancia, porque si no se tienen bien los datos, desagregados geográficamente, por género, etnia y situación socioeconómica no se puede hacer una buena política presupuestaria que, además, sea equitativa. Si yo le digo que Finlandia es un país que está muy bien, usted rápidamente me va a decir que Colombia no puede mirar a Finlandia si no tienen el mismo tamaño, situación, nivel económico, y su sociedad no tiene una estructura semejante. Sí tenemos ejemplos de América Latina donde se avanza mucho más en este terreno, pero Colombia también tiene cosas que enseñar a otros estados de la región, como sus sistemas de participación infantil, que son ejemplares. Hay otras cosas en las que debe mejorar totalmente, como el ámbito presupuestario, en asuntos como la transparencia, eficacia y sostenibilidad.
¿Cuáles son las luchas actuales del CDN?
Por una parte está nuestro trabajo ordinario y que es un reto de todos los días, porque los 196 países parte de la Convención deben pasar cada 5 años por el comité y preparar ese dialogo es un reto todos los días; también nos vamos percatando de situaciones generales y regionales que nos preocupan. En América Latina nos damos cuenta de que hay problemas serios como la violencia, que cada vez más es armada. Algunos problemas globales son la migración, la situación de la adolescencia, en la que se está yendo hacia atrás en muchos terrenos; la desigualdad entre niños y niñas sigue siendo muy grande en un gran número de estados, los estereotipos de género y las figuras patriarcales son otros puntos en los que debemos cambiar la mentalidad. Tenemos que comprender que los niños no son el futuro sino el presente de los estados.
¿Cómo han cambiado esos desafíos desde hace 27 años, cuando se conformó el CDN?
Si uno compara la situación de la infancia hace 27 años con la de hoy, uno se llena de satisfacción, porque hemos avanzado mucho en todos los terrenos: en derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Hoy la educación esta muy universalizada. Sin embargo, los retos que tenemos por delante son enormes y, aunque se ha avanzado mucho, todavía nos queda machismo por hacer.
¿Cuál es el derecho de los niños que más se incumple?
Nos preocupan la no discriminación, el derecho a la vida y la no violencia, ámbito que Colombia conoce muy bien, en parte por el conflicto, pero también por su cultura violenta; nos preocupa la venta de niños, que se sigue produciendo masivamente; el uso de niños en la pornografía, la prostitución infantil, los abusos sexuales. Desgraciadamente hay lacras que todavía están ahí como verdaderas epidemias y tenemos que combatirlas.
¿Qué acciones debe tomar el Estado colombiano para garantizar los derechos de los niños víctimas de la guerra en un eventual posconflicto?
La experiencia de conflictos civiles enseña la necesidad de adoptar medidas urgentes para la rehabilitación y reinserción. Hay que intentar recuperar todo lo posible en materia de educación y de desarrollo holístico, cultural, social y moral del niño, Hay programas muy buenos que se han desarrollado en estados que terminaron conflictos y Colombia tiene que saber aprovechar todas esas experiencias y enriquecerse para insertarlas lo antes posible. Pondría el acento también en las niñas que fueron reclutadas o utilizadas como niñas peluche, es decir que han sido abusadas sexualmente.
¿Cómo mantener a los niños por fuera de los conflictos de los adultos?
El primer procedimiento es que no haya conflictos, porque es muy difícil que cuando estos se presentan los niños no se vean afectados. Una de las primeras cosas que hay que hacer es que evitar el reclutamiento forzado, tanto por fuerzas armadas estatales como por grupos no estatales. Lo principal es la prevención y esto nos lo acaba de recordar Siria, donde no se paró el conflicto cuando se pudo y ahora la situación es terrible, con muertes todos los días de centenares de niños. En este sentido, me gusta poner el ejemplo de Ruanda: en las actas del Consejo de Seguridad de la ONU quedó registrado un informe del líder de la misión en ese país pidiendo 400 soldados y tres millones de dólares para evitar el genocidio. Le dijeron que no había recursos y después de 800 mil muertos hubo que invertir miles de millones para parar el conflicto.
Últimamente, los medios y las redes sociales les dan mucha difusión a los hechos en los que son víctimas los niños. ¿Cree que hoy en día hay más niños víctimas que en el pasado o es esta una ilusión mediática?
Es muy posible que estemos viviendo una etapa histórica en la que los niños están sufriendo mucho más los conflictos que en etapas anteriores, porque muchas de los que eran principios morales y que luego se tradujeron en armas jurídicas en los Convenios de Ginebra de Derecho Intencional humanitario están siendo olvidadas. Ahora hay grupos armados salvajes que utilizan a niños como no los habían utilizado nunca, hay redes de trata sin escrúpulos y hay estados desarrollados que hablan de daños colaterales, como si el daño colateral no fueron personas afectadas por sus acciones. El problema con mostrar estas imágenes en los medios es que se corre el riesgo de que se normalice la situación y la herida se cauterice muy rápido.
Fuente: eltiempo.co Nicolás Bustamante Hernández