El coronavirus ha supuesto una situación sin precedentes en nuestras vidas y, en todo el mundo, la gente se lamenta de haber perdido la normalidad y la rutina. Algunos quizás también lloren la pérdida de un familiar por causa de la COVID-19. La privación, la aflicción y el duelo son emociones difíciles y complicadas para cualquiera, pero en especial para los niños, que quizás las estén sintiendo por primera vez en lo que llevan de vida.
Hemos hablado con la Dra. Lisa Damour –psicóloga experta, autora de éxito, columnista mensual de New York Times y madre de dos hijos– acerca de cómo los progenitores pueden ayudar a sus hijos a sobrellevar las pérdidas, grandes y pequeñas, durante este tiempo tan difícil.
¿Cuál es la diferencia entre privación y aflicción?
“La privación y la aflicción son experiencias psicológicas intensas que causan conmoción, y a menudo una gran tristeza, a los adultos y a los niños”, explica la Dra. Damour. “Podríamos hablar de privación en referencia a cosas que se pueden recuperar, como las dinámicas y los hábitos de vida que teníamos antes de la pandemia”.
La aflicción, por otra parte, se refiere a algo más definitivo, “como la muerte de un ser querido”. Y en ese caso, el trabajo psicológico es distinto, porque además de tener que aceptar que la persona se ha ido, nos queda la inmensa tarea de aceptar que no va a regresar”.
¿Sienten los niños la privación y la aflicción de manera distinta que los adultos?
Según la Dra. Damour, esto dependerá en gran medida de la edad del niño. “Los niños muy pequeños pueden no ser muy conscientes de lo que ha ocurrido, tanto en lo que se refiere a la privación como a la aflicción. Los niños menores de 5 años quizás no entiendan por qué no van a la escuela y por qué sus padres están en casa. Si se ha producido una muerte, puede que no entiendan realmente qué es la muerte, o que no entiendan que se trata de algo permanente. Debemos comprender que los niños muy pequeños no solo están confrontando cambios drásticos en sus vidas, sino que a veces no entienden del todo por qué han ocurrido esos cambios o qué los ha causado".
Para los niños de entre 6 y 11 años, la cosa es distinta. “Estos niños suelen estar muy ansiosos por obtener explicaciones. Son capaces de comprender qué es lo que ha causado los enormes trastornos que confrontan, o la muerte de esa persona a la que quieren. Nosotros a veces podemos darles la respuesta que buscan, y otras veces simplemente no la tenemos; y para ellos, eso puede ser durísimo”.
“En el caso de los adolescentes, el proceso es bastante intenso, porque las emociones de los adolescentes pueden ser muy poderosas. En ocasiones querrán asegurarse de que la intensidad de su tristeza, o incluso los momentos en que olvidan o no piensan en la muerte de ese miembro de la familia, son cosas normales y previsibles, ya que a los adolescentes les preocupa a veces que su reacción pueda no ser la adecuada”.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a sobrellevar estas emociones?
Sea comprensivo y honesto con los niños de todas las edades; pero con los niños muy pequeños, sea especialmente claro. “Los niños menores de 5 años necesitan y merecen que les demos explicaciones muy claras y sencillas, sin eufemismos. No podemos decirle a un niño que ‘hemos perdido’ a alguien, porque no entenderá realmente lo que queremos decir. Lo mejor es que el adulto le diga con cariño y ternura: ‘Tengo una noticia muy triste que darte. Tu abuelo ha muerto. Eso significa que su cuerpo dejó de funcionar y que ya no le veremos más’. Aunque una comunicación tan directa puede ser un trago muy duro para los progenitores, es importante ser honesto y transparente. Aceptar la muerte de alguien es ya de por sí difícil, pero es aún mucho peor si nos sentimos confusos acerca de lo que realmente ha sucedido”.
¿Cómo puedo seguir apoyando a mi hijo, si yo mismo estoy desolado porque he perdido a mi progenitor?
“No necesariamente es malo que los niños vean a los adultos afligidos”, explica la Dra. Damour. “Cuando nos sentimos tristes porque alguien a quien amamos ha muerto, estamos reaccionando del modo correcto en el momento adecuado. Y es importante que enseñemos a los niños cómo sobrellevar un sentimiento difícil, incluso si es una emoción muy dolorosa”.
Si el dolor que siente es demasiado abrumador, es importante que trate de no asustar a su hijo. “Lo natural sería que pueda mostrarse triste delante de sus hijos; pero si ve que la tristeza le desborda, lo mejor es que se aparte de ellos mientras trata de recomponerse, o que busque el apoyo que tanto merece a fin de no abrumar o asustar a sus hijos con sus emociones”.
¿Qué reacciones cabe esperar de los niños cuando lloran la muerte de un ser querido?
Según la Dra. Damour, “No es inusual que los niños de entre 6 y 11 años y los adolescentes reaccionen con incredulidad o consternación ante la muerte de una persona cercana; o incluso que tengan momentos en que olvidan que esa muerte ha ocurrido, lo cual es un mecanismo de defensa normal y saludable para que la mente descanse de noticias que son muy dolorosas. Pero esas defensas no son constantes, así que pueden ir seguidas de oleadas de intensa emoción. Los jóvenes necesitan y merecen mucha comprensión, y mucha paciencia, cuando están tratando de asimilar la muerte de una persona a la que quieren”.
“Los niños más pequeños a veces se vuelven retraídos o dependientes, o comienzan a manifestar retrocesos en conductas relacionadas con el desarrollo [por ejemplo, las dinámicas del sueño o el control de la continencia]. Están tratando de dar sentido a la muerte de alguien que era una parte importante de su vida, al tiempo que hacen frente a todos los trastornos que esa muerte ha ocasionado en la familia. Cuanto más hagamos por mantener la estabilidad, más les ayudaremos a centrarse en la importante tarea de entender lo que ha ocurrido y aceptarlo con el tiempo”.
Me preocupa que mi hijo pueda estar deprimido. ¿Cuáles son los indicios a los que debo prestar atención?
“Tanto la privación como el duelo son experiencias muy dolorosas”, explica la Dra. Damour. “Es importante saber cuándo un niño las está sobrellevando adecuadamente y cuándo es el momento de preocuparse. En los niños de todas las edades y los adultos, el momento de preocuparse llega cuando recurren a mecanismos negativos para afrontar los sentimientos dolorosos, como el retraimiento emocional prolongado, el abuso de sustancias o la negligencia en el cuidado personal, o cuando la convivencia con ellos se hace insufrible debido a su comportamiento”.
“En cuanto a detectar la depresión, los progenitores deben estar atentos si ven que su hijo se muestra abatido o muy irritable durante varios días seguidos. Incluso en el caso del duelo, cabe esperar que la tristeza no sea constante; es decir, puede ser intensa en algunos momentos y luego remitir. Si el niño o el adolescente se muestran decaídos o irritables todo el tiempo, debemos pensar en la posibilidad de que sufran depresión. Cuando un niño dé muestras de estar deprimido, el progenitor deberá acudir al pediatra, al médico de cabecera o a un profesional de salud mental para que le orienten. Dicho esto, es importante tener en cuenta que el duelo por la pérdida de un ser querido es un proceso que lleva su tiempo”.
A mi hijo le afecta mucho no poder participar en actividades importantes. ¿Qué debo decirle?
“Los niños tienen todo el derecho a enfadarse por la manera en que el coronavirus ha trastornado el ritmo normal de sus vidas”, dice la Dra. Damour. A ellos las privaciones les parecen más trágicas que a nosotros porque el trastorno del coronavirus abarca un porcentaje mayor del tiempo que han vivido hasta ahora; debemos mirarlo desde esa perspectiva. “Nosotros los adultos podemos ayudarles permitiéndoles expresar su enojo y compadeciéndoles porque muchas de esas actividades que se han cancelado eran cosas que solo suceden una vez en la vida; y aunque a los adultos nos pueda parecer que no es tan grave, los niños llevaban meses, e incluso años, esperándolos. Además de brindarles nuestra comprensión, podemos ayudarles a aceptar la situación. Pero lo primero es que sientan que les comprendemos”.
A mi hijo le cuesta mucho entender por qué ahora estamos todos siempre en casa. ¿Cómo puedo explicárselo?
La Dra. Damour recomienda emplear un punto de referencia con los niños pequeños. “Podemos decirles, por ejemplo: ‘¿Recuerdas que cuando tú estás resfriado te dejamos en casa para que no enfermes a otras personas? Bueno, pues esto es lo mismo, solo que este virus es más peligroso que un resfriado. Así que nos quedamos en casa para asegurarnos de no contraer el virus; y la gente que tiene el virus se queda en casa para no contagiárselo a nadie’”.
No poder ver a los amigos es difícil para los niños de todas las edades; y mientras que los adolescentes son más capaces de comprender por qué no pueden socializar en este momento, a los niños más pequeños quizás les cueste. La Dra. Damour recomienda ofrecer al niño una solución parcial. El progenitor puede decirle, por ejemplo: “Sé que lo que realmente quieres es ver a tu amigo en persona, pero hasta que eso sea posible, ¿qué te parece si le escribes una carta y la dejamos en su buzón?”.
“La expresión ‘nueva normalidad’ es bastante útil, pues nos recuerda que no pretendemos recobrar lo que teníamos antes, porque no es posible. En estos momentos debemos ser creativos e idear un plan de vida que ofrezca cierta previsibilidad a los niños y que incluya tiempo para divertirse, tiempo para un buen cuidado personal y oportunidades para el crecimiento y el aprendizaje; y todo ello dentro de los límites que nos ha impuesto la COVID-19”.
Fuente: www.unicef.org